A la luz de ciertos sucesos locales e internacionales, una cuestión estrictamente política quedó virtualmente solapada: la experiencia electoral ecuatoriana.
El resonante triunfo del presidente Luis Ignacio "Lula" da Silva en segunda vuelta, o la inobjetable derrota del gobernador misionero Carlos Rovira se instalaron públicamente como los hechos más destacados de la agenda política nacional.
Sin embargo, y a la luz del propio efecto que el caso Rovira parecería provocar sobre el futuro armado político argentino, es necesario considerar la cuestión ecuatoriana como un factor clave. ¿Por qué? La respuesta se asocia con uno de los senderos que parecen posibles frente a la evidente degradación política que enmarca a la democracia argentina. Concretamente: a la intención -a veces forzada o excesivamente mecanicista- de asemejar al proceso político argentino con el chileno, caracterizado por un esquema de concertación pluralista, es posible oponerle el modelo ecuatoriano. Para ello, vale la pena considerar ciertos datos, a saber:
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